miércoles, 6 de enero de 2010

'Aquella estruendosa noche (Astor)' por Moisés R. Rios.

     El teléfono móvil sonó por segunda ocasión, Astor no se había percatado, estaba entusiasmado jugando un videojuego clásico, Resident Evil 3.
     Desmembraba cuerpos, a otro le hacía explotar el cráneo, perros rabiosos y sedientos de sangre esquivaban la escopeta de Jill Valentine, mientras Astor, completamente concentrado, hacía muecas y de vez en cuando sonreía al oír el quejido de algún muerto viviente a punto de morir (¿morir?).
Puso pausa, tomó el móvil y contestó.-Todo está preparado, si, si, Night of the living dead, si, bueno, llegas puntual.
      Continuó con la masacre, el ya sabía lo que ocurriría, había terminado el juego infinidad de veces, pero cada oportunidad que tenía para disfrutarlo de nuevo lo aprovechaba. Nemesis aparece, este personaje era el que más le impactaba, Si, era un zombi, pero cabrón zombi era éste, armado con una bazooka, tremendamente veloz, y horrible como nada en el mundo.

     Mientras le daba con un revolver al monstruo, pensaba en lo mal que se había llevado al cine ese videojuego, sentía que era una falta de respeto la forma en que había sido tratado el personaje de Nemesis, ni que decir de Jill, que de ser la heroína del juego había pasado a tomar un rol secundario dentro de la cinta.
Levantó la mirada hacia el reloj de pared, era tarde, guardó el juego, acomodó la consola cuidadosamente y se levantó del sofá, sus sentidos aún se encontraban alterados, le ocurría cada vez que experimentaba el gore.
Gore, esa palabra que para muchos de sus conocidos era como una grosería dentro del cine, el por el contrario se excitaba con ese género, en particular con las cintas que trataran el tema de los no muertos, zombis, como sea que se les llame.
Preparó el reproductor de DVD. Semanas antes se encontraba algo angustiado, había leído sobre el Blue Ray y como éste formato vendría a derrumbar al DVD. Se sintió molesto al pensar que tendría que volver a comprar toda la colección de películas que tenia en formato Blue Ray.
Sonrió al ver el disco, al leer el nombre de la cinta, era de sus favoritas: Night of the living dead. La primera ocasión en que vio esta cinta fue con sus padres, fue cuando aún era muy pequeño, no programaban nada bueno en los otros canales y la familia decidió ver esa película.
Esa noche marcaría por completo la vida de Astor, al mirar la escena en que la niña come el corazón de su padre, para luego matar a su progenitora con una cuchara de albañil, habían causado un impacto enorme en su mente.
Cuando tuvo la edad suficiente, comenzó a comprar películas, una de las primeras fue precisamente la que había visto aquella estruendosa noche.
Justo en ese momento se preparaba para un maratón de películas de terror, había invitado a su novia Adriana. Tenían poco tiempo de salir, se conocieron gracias a un amigo en común, el cual los presentó, platicaron, se gustaron, se besaron, se hicieron novios.
Adriana no era muy seguidora de el tipo de cintas que su novio gozaba viendo, más bien ella prefería cosas mas “calmadas”. El corto tiempo que tenían conociéndose no era impedimento para que la pareja discutiera por el tipo de cintas que veían, y es que Astor siempre intentaba compartir con su novia los secretos que las películas de terror guardan dentro de ellas.
No es que ella no quisiera compartir con su novio, es que sus nervios no aguantaban, era una persona muy sensible, demasiado. Muchas veces lloró en el cine mientras veía alguna película de corte romántico, y es que cuando veía una película, escuchaba una canción, leía un libro, siempre se involucraba personalmente con la trama, se volvía el personaje, sentía los besos, sentía el dolor, el desamor.
Pocas eran las películas de horror que había visto, pero eso le bastó para comprender que la sensación de ser perseguido no era la que precisamente ella deseaba sentir.
Regularmente Astor comprendía bien a su novia, pero incluso así el insistía, insistió tanto que la convenció para que ella fuera a su casa y se relajaran un rato juntos viendo una selección de cintas, selección que Astor personalmente había supervisado.
-Contento, aquí me tienes, aun no pones nada y ya siento algo en mi estómago.
-Ja, es que debes de tener hambre- se levantó y se dirigió a la cocina, dentro del microondas metió un paquete de palomitas de maíz, acción que parecía ya un ritual completamente marcado en su vida diaria.
-¿Cuál vamos a ver?- pregunto intrigada Adriana.
-Te va a gustar, se llama la noche de los muertos vivientes, es de George A. Romero, es algo así como un dios dentro del cine de terror.
- Que impactante- dijo ella sarcásticamente.
-vamos no te burles, te aseguro que te gustará.
Astor volvió a levantarse, busco un gran recipiente donde vació el contenido de la bolsa de palomitas, se volvió a sentar no sin antes agregar la clásica salsa valentina a la botana.
-Sabes – comentó Astor – ayer estaba pensando como serán los sueños de George Romero.
- si, y ¿que se te ocurrió? – Pregunto ella indiferente.
- Creo que sueña con una enorme pared llena de sangre.
- ¿Y que más?
- no, eso es lo genial, no sueña nada mas, solo la pared, con litros y litros de sangre.
Ella lo miró un tanto extrañada, sabía de la obstinada fijación que su novio tenia hacia las películas sangrientas, pero algunas veces sus comentarios los hacia en un tono muy peculiar, un tono suave, calmado, como si las escenas violentas que en ocasiones narraba le ocasionaran un cierto tipo de satisfacción. Sin lugar a dudas el disfrutaba mucho viendo ese tipo de cine, pero a veces actuaba raro, a veces ella sentía miedo, ¿miedo? Debía prepararse, estaba a punto de conocer el miedo realmente de cerca.
La película dio inicio, el primer zombi en el cementerio, obvio pensó ella, aun así, a pesar de que trataba de no tomarse en serio la película, sintió escalofríos, sintió el terror de la rubia corriendo entre lápidas, entrecerró los ojos, pensó que eran tonterías, se armó de valor y continuó fijando la mirada al televisor.
- Astor, es claro tu fanatismo por estas películas, pero dime ¿A que crees que se debe? Digo, siempre me has hablado de lo mucho que te gusta, pero debe haber una razón ¿no lo crees?
- Ahora que lo mencionas – dijo el sin despegar la vista del televisor – al principio no me cuestionaba sobre eso, pero ahora, a estas alturas, creo que se debe a la imposibilidad que tengo de efectuar los actos que en las cintas se muestran.
- no entiendo.
- si, mira, es como aquel que idolatra a Superman por su increíble habilidad de volar, en el fondo, el también quiere volar, ve al personaje y desea ser como el.
- entonces, ¿te gustaría andar por ahí con una sierra eléctrica descuartizando gente?
- pues algo así – soltó una carcajada que erizó los cabellos de Adriana – vamos, no seas tonta, no significa eso, es como un desahogo, o algo así, no se, sigamos mirando la cinta.
Afuera, en la oscura noche, un relámpago iluminó por unos segundos el cielo. Dentro, Adriana dio un saltito en su lugar del sofá, Astor la miró de reojo, luego se le acercó al oído y preguntó: “¿Quieres que la quite?
Ella no quiso que su novio la viera como una cobarde, aunque lo fuera, negó con la cabeza y su rostro se tornó serio, como absorbida por la cinta. Astor por su parte sonrió al ver la actitud de la joven.
Los zombis estaban a punto de entrar en la casa, todo parecía perdido para el grupo de desconocidos…Algo ocurrió, el televisor se apagó, Adriana, con los ojos casi desorbitados, buscó la mano de su novio, invadiéndolo con una serie de preguntas.
Astor, valientemente se levantó de su sitio, mientras Adriana trataba de decirle que no, que no se fuera, que no la dejara sola.
- Espera mi vida, iré a ver que ocurrió, el transformador debe haber sufrido una falla, suele ocurrir cuando llueve mucho.
- No, no me dejes Astor – Su voz se quebraba, estaba a un paso de la histeria.
- Vas a ver como se arregla enseguida, no te preocupes.
Astor abrió la puerta principal de su casa, la cual quedaba justo enfrente del sillón donde habían estado sentados viendo la cinta, trato torpemente de usar la luz de su celular para iluminar el exterior de la casa.
Un ser irreconocible saltó sobre Astor, Adriana emitió un grito agudo de terror mientras el ser desconocido se abalanzaba hacia el cuello de Astor. Adriana, aterrorizada como estaba, no supo que hacer, no supo que ocurría, por un momento sintió mareos y pensó que se desmayaría.
Liquido rojo, casi negro, espeso, salía del cuello de Astor. La criatura se levantó y mostró los dientes manchados, esbozando una mueca espantosa, sus ojos parecían perdidos hasta que encontraron la silueta bien formada de Adriana quien, sin saber como, se había levantado de su asiento, se movía lentamente, sus músculos estaban tensos, se dirigió a la cocina, mientras el extraño ser la seguía torpemente.
Adriana, adquiriendo valor de quien sabe donde, tomó un cuchillo de la cocina, vio como el monstruo dio un paso atrás al ver el cuchillo. Antes de que el ser pudiera siquiera emitir un sonido, Adriana ya le había encajado la filosa arma en el estómago, con el pánico que tenía y entre el llanto y los gritos, Adriana hacía girar el cuchillo dentro del cuerpo de su víctima.
El ser intentó luchar, pero el golpe fue certero, al sacar el cuchillo, Adriana se sorprendió más al ver como la criatura trataba de sostener las tripas entre sus manos. Detrás de los gritos emitidos por ella, creyó escuchar que la bestia articulaba ciertas palabras. Guardó silencio, se dejó caer al piso y escuchó como la bestia la llamaba por su nombre.
Astor se levantó riendo, se limpió la salsa de tomate que tenía en el cuello y dirigió la mirada hacia su novia. Su sonrisa se borró al ver la escena mas sangrienta que jamás había visto en su vida, su novia con un cuchillo ensangrentado en la mano, lloraba mientras trataba de reanimar a Josué, quien, completamente abierto del estómago, emitía movimientos espasmódicos que a cada segundo se hacían menos y menos perceptibles.
Astor no lo podía creer, la broma se le había escapado de las manos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

tienes una mente macabra. grrrrrr
no soy mu fan de las peliculas de terror porq tienden a dar ideas a las mentes realmente trastornadas. el cerebro del ser humano es tan debil que con un simple estimulo es capas de destruir el mundo. el miedo por si solo no es malo, sino el instinto de supervivencia trabajando,pero hay limites. XD
creo que eso le paso a tu protagonista, se explayo.

sabes que te quiero, un beso.

PD: adriana me cayo bien, aunque sea una asesina.