Las delgadas paredes del castillo blanco se elevaban milímetros por encima de la plataforma de acero inoxidable.Asi estuvo, suspendido en el aire por espacio de 10 segundos, mientras su creador meditaba en la posibilidad de que al ponerle azucar a su cafe se le endulzaria el dia en la oficina.El castillo azucarado no tuvo tiempo de ser habitado. Subitamente, la cuchara que le servia de cimiento, se precipitó en el pozo oscuro. Habitaciones, pasillos, corredores, escalinatas y torres sacarosas se disolvieron en un descafeinado olvido.
3 comentarios:
Una pequeña oda al combustible que mueve nuestras vidas.
Totally awesome.
cafe... dulce cafe..
mi serebro se derrite poco a poco
q tan jodido estare.. q escribi mi CEREBRO con S
Publicar un comentario