sábado, 11 de octubre de 2008

1/4 Capitulo I

¿Acaso soy el alma mater de una pared que tiene conciencia de sí misma? ¿O el pensamiento colectivo de las 6 caras de un cubo? Razonamiento en objetos inanimados. ¿Es esto posible? El motivo que me ha llevado a pensar en cuestiones existenciales es que he despertado y encontrado 6 paredes blancas a mí alrededor. No puertas ni ventanas.
Una cárcel inmaculada. ¿Qué soy? Prisionero de la unión de sus vértices o material de su propia construcción.La conciencia de que “Soy” y que “Existo” además de mis facultades de pensamiento y raciocinio me llevan a descartar la risible teoría de pertenecer a la estructura de esta silenciosa habitación. Sin embargo, un traumatismo de origen desconocido me ha hecho padecer algo similar a la amnesia o perdida de la memoria.Recuerdo con facilidad axiomas comunes tales como que la tierra es el tercer planeta del sistema solar o que el orden de los factores no altera el producto; que Leonardo da Vinci pinto la Mona Lisa y que el corazón humano late 70 veces por minuto. Sé que el Delirium Tremens es el azote de los bebedores y cáncer el destino final de los fumadores. La cultura general y las facultades innatas están intactas. La experiencia como situación olvidada me ha enseñado que el agua moja, el fuego quema, el placer libera y el odio consume. Nacer, envejecer, morir. Lo básico. Por otro lado, no conozco mi propio nombre, edad, orientación religiosa, sexual, vocacional. Ninguna imagen en mi mente sobre familiares, amigos, enemigos, compañeros de trabajo, de almohada, paños de lágrimas. Ni rastro de fechas importantes, “mejores días de mi vida” o “cosas que preferiría olvidar”. Me sé humano, a pesar de que en mi memoria no tengo registros visuales de la apariencia de mi rostro lo que solo refuerza la incapacidad de recordar mi pasado e identidad. Un espejo seria de gran ayuda en esta lechosa vacuidad.
Hablar en voz alta siempre es de gran ayuda cuando no hay quien simule empatía. Las conexiones neuronales emiten impulsos electroquímicos que viajan la velocidad del pensamiento, indicándoles a mis cuerdas vocales un catalogo de frases reconfortantes al oído isolado. Nota: El contacto humano libera endorfinas. Las endorfinas impiden que la gente enloquezca.
Un vomitivo de preguntas-cliché son expulsadas por mi aparato fonético: ¿Cómo me he metido en esto? ¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Cuál es mi razón de ser? ¿Estoy vivo?, ¿Acaso he muerto?, ¿Es este el cielo? O ¿El infierno? En caso de que así sea… ¿Por qué es blanco?
No hay receptores en la habitación que hagan posible un circuito del habla. El dicho “Si las paredes hablaran” me hace desear que estos muros me respondiesen. Repito las frases, deletreo las palabras, alargo las silabas. Intentos fallidos para reconocer la voz de mi persona.
¡Basta! he gritado a las paredes, esperando a que las luces se apaguen develando un vidrio oculto, tras el cual decenas de psicólogos observan el desenvolver de mi comportamiento, seguramente desarrollando alguna nueva táctica publicitaria para enriquecerse a costillas de los solitarios. Nicho de mercado bastante amplio en una sociedad tan industrializada y materialista.No hay respuesta.Calma, me digo a mismo. Debo mantener la calma. Solo así podre salir de esta non-grata situación. Debo ocupar mi mente en algoMe doy a la tarea de inspeccionar mi nuevo (si es que alguna vez hubo otro) hábitat. 10 pasos hacia cualquiera de los puntos cardinales me llevan a una pared. Les observo. Ladrillos, pintura blanca y nada más. Les toco. Superficie plana, textura lisa. Les olfateo. Polvo de yeso y solo eso. Les saboreo. ¿A que sabe una pared? A nada. Les escucho. El grito infame del silencio. Comunes y corrientes paredones.Entonces le vi.Era un objeto redondo. Un botón amarillo. Al acercarme, note que por problemas de la perspectiva no me había dado cuenta de que no era solo un botón. Era una suerte de tubo incrustado en una de las paredes. Aplique de nuevo mi metodología sensitiva y todos los resultados me dijeron lo mismo: Plástico.
Continuara….

1 comentario:

Moisés R. Rios dijo...

Esas historias de gente extrañamente incapacitados para salir de determinado lugar, me recuerdan a la película de el Angel exterminador...Genial cría =)